Los mundos creativos de Mariano Fortuny Madrazo. Juan Antonio Gómez Morán. Fundación Merayo
14 de julio de 2023, 20 h
Licenciado en Derecho y Diplomado en CC. Empresariales por la ULE. Ejerce como procurador de los tribunales y contable. Formación artística autodidacta.
Coleccionista y organizador de varias exposiciones de grabado japonés.
Se dedica a la divulgación de ciertos estilos y artistas que le resultan afines.
En su tiempo hubo muchos artistas de vanguardia, Mariano Fortuny y Madrazo no fue uno de ellos. Su originalidad está -creo- en la capacidad de síntesis de influencias diversas para crear una obra artística polifacética, atemporal y muy personal.
Entre estas influencias se encuentra el gusto por el Orientalis- mo, que heredó de su padre Mariano Fortuny y Marsal, con cuya obra mantiene una continuidad evidente.
Admirador de la ópera de Richard Wagner, le influyó en el simbolismo de algunas obras, y sobre todo despertó en el joven artista su vocación como escenógrafo teatral.
Su obra artística no solo se vio influida por el Orientalismo y el Wagnerianismo, sino también por el Modernismo, el Arte grecolatino y el Renacimiento italiano.
A parte de formarse como pintor y escultor, cuando era joven estudió química y electricidad. Esta dualidad le permitió combinar arte y técnica como pocos creadores en su tiempo.
En 1900 diseñó los escenarios para la premier de la ópera Tristán e Isolda en la Scala de Milán.
En 1907 inventó y patentó un sistema de iluminación teatral novedoso: la cúpola Fortuny.
En 1909 patentó el Delphos, quizá el vestido de mujer más icónico en la historia de la moda, en cuyo diseño y confección participó su mujer Adela Henriette Nigrin.
Después de la 1a Guerra Mundial, empezó a producir telas estampadas y nuevas lámparas para decoración a través de la sociedad anónima Fortuny. Así mismo, fue nombrado Cónsul honorario de España en Venecia y encargado de organizar el pabellón español en la Biennale d ́Arte, en la cual participó con obra en sucesivas ediciones.
Todo ello le permitió establecer y mantener una extensa red de relaciones personales y comerciales, incluyendo las artísticas nacionales e internacionales.
Como empresario tuvo irregular suerte dadas las circunstancias de su tiempo. La Fabrica Fortuny tuvo que cerrar durante la 2a Guerra Mundial, pero consiguió reabrirla en 1947, y al año siguiente de fallecer, en 1950, fue adquirida por su colaborado- ra y amiga Elsie McNeil, quien continuó gestionándola hasta 1988, cuando pasó a la familia de los actuales propietarios.
Fortuny fue el artista activo en Venecia más importante de la primera mitad del siglo XX.
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