‘Salto’ Concierto en el Gran Café León

El Gran Café / Creía que escribir estas líneas iba a ser muy fácil. Soy fan de SALTO, muy fan, por lo que escribir un texto laudatorio  qué cosa es una hoja promocional si no eso sobre este disco iba a ser pan comido.

Sólo tenía que hablar de Alex Chilton, de Chris Bell, de Badfinger, de Neil Young, de Beatles, de referencias muy bien asimiladas, de canciones como puños que podrían formar parte de cualquier álbum de los antes mencionados sin parecer -ni de lejos- relleno. Podría hablar de los musicazos, de los arreglos y del sonido  supongo que conseguido por los productores Rams&Martí-, que parece sacado de Ardent Studios en 1975.

Sólo tenía que haber hablado de eso, y de que si hubiera yo descubierto este disco a principios de los noventa, cuando estaba obsesionado por las bandas de las que hablo en el párrafo anterior, SALTO se habría convertido en uno de mis referentes, y seguramente habría peregrinado al estudio donde se grabó esta obra, y a la casa natal del artista que la había concebido, al igual que hice con Chilton, Bell y alguno más.

Sólo tenía que haber hablado de eso.

Pero resulta que me pongo el disco para inspirarme -para que su música me ayude a transcribir toda esa cantidad adjetivos que, no por falta de sinceridad, iban a parecer nada más que una colección de hipérboles- y todo lo dicho anteriormente me parece una sarta de memeces.

Porque resulta que, por encima de todo eso, Germán Salto se ha cascado un disco impecable y sin fisuras, maravillosamente compuesto, muy bien arreglado, ejecutado y grabado, y con unas buenas letras, en inglés, que huyen de los lugares comunes sin parecer pretenciosas.

Y me pongo otra vez a escuchar estas canciones, no “temas” sabiendo ya que Germán ha hecho un disco al que yo, y cualquier amante de la música hecha entre 1968 y 1975, va a volver al menos una vez al mes, durante el resto de su vida.”