Museo de León. Una década más.

Museo de León. Una década más.

Luis Grau, director del Museo de León, comenta los diez años de presencia de la institución en su sede actual del edificio Pallarés

Nevaba hace diez años. Ello impidió que el presidente del gobierno llegara a León, su tierra, para la ocasión. No importó: el museo había de inaugurarse, aunque la fecha de este estreno se hubiera decidido algo precipitadamente, sin tiempo para formalidades, sin ánimo de esperar un poco más después de haber esperado tanto. Hace exactamente una década, el Museo de los leoneses, ese que todos llamaban «de San Marcos» aunque nunca se hubiera llamado así, se empezó a llamar «de Pallarés» aunque tampoco se llame así. Museo de León parece destinado a ser un nombre insuficiente para reconocerlo, habida cuenta de tantos museos como hay en León. Y este, el más antiguo y completo, siempre fue el último a la hora de la mayoría de las consideraciones. Pero hubo un tiempo (mucho tiempo) en que solo había uno en León, y era este. Fundado contra viento y marea allá por las zozobras de la desamortización y los vaivenes de una arqueología rudimentaria, pronto hará siglo y medio que abrió sus puertas en el conventual de San Marcos, aquel caserón destartalado que se convertiría en su santo y su seña más conocidos. Y más azarosos, pues los sucesivos inquilinos que junto al museo lo habitaron, habrían de condicionar su actividad y, finalmente, dar al traste con su futuro allí. Cuartel, caballeriza, colegio, enfermería, convento, campo de prisioneros… Con tanto vecindario, y la final decisión de hacer de tan afamado monumento un hotel de lujo, el Museo debió buscarse la vida lejos de su vieja casa. Durante más de cuarenta años. De entre las muchas alternativas descollaron dos, ambas frustradas. La del palacio episcopal, por desacuerdos inexplicados y de última hora. La de un espléndido edificio de nuevo cuño en el solar de la calle Santa Nonia, del que se vuelve a hablar en estos días con parecidas ansias especulativas, porque hasta el alcalde de entonces decía que era «mucho museo» para León… 

Al final, tras muchos y penosos reveses, se apareció Pallarés. Un edificio desmantelado por dentro y disfrazado por fuera cuando su propietario, la Diputación provincial, lo quiso más grande y, finalmente, acabó por abandonarlo. Sin embargo, inmejorablemente situado, parecía esperar un inquilino y solo uno: el museo. Las dos piezas encajaban tan a la perfección, que se diría que el museo tenía suerte al fin, aunque hubiera que sortear algunas resistencias y aspavientos. Entretanto, antes y después, el museo cambió por completo y empezó a dar de sí lo que podía y debía. Las colecciones se restauraron, se estudiaron, se ampliaron, se mostraron cumplidamente al fin. Muchos leoneses se admiraban: ¿dónde había estado esto? ¿Por qué no se conocía? Quizás las preguntas más importantes sean siempre retóricas…

Los ciudadanos entran hoy en el museo con la normalidad de quien lo considera una parte de su vida culturalEn aquel entonces, el museo, que tras un siglo XIX lustroso había pasado de puntillas por el XX, comenzaba centuria con paso seguro. Han pasado diez años. Y con ellos, el museo ha recibido casi seiscientas mil visitas, acogido más de medio centenar de exposiciones temporales, cerca de treinta conciertos, un centenar de conferencias, ha restaurado más de mil piezas y catalogado más de cuatro mil, ha realizado talleres didácticos y atendido a la práctica totalidad de centros educativos y culturales de la provincia, acogido investigaciones de todo el planeta… Pero eso no es lo más importante, con ser su tarea de todos los días. Lo importante es que a día de hoy, muchos ciudadanos entran en el museo con la normalidad de quien lo considera una parte de su vida cultural, un lugar donde sentirse a gusto, estimulado y recompensado. Y cada día son más.

En el Museo vamos a celebrar este aniversario como merece: trabajando en proyectos y labores que venimos desarrollando desde mucho más de una década atrás. Y, por supuesto, invitando a todos a celebrarlo de la mejor manera posible: visitando su museo, el museo que está abierto para todos porque es el museo de todos. Muchas gracias por estos diez primeros años, que son diez años más en una historia sin final.